domingo, 9 de octubre de 2016

CUANDO LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD



CUANDO LOS SUEÑOS

SE HACEN REALIDAD



(Por Juan Antonio Fernández-Trejo, practicante de espada japonesa y española
del Centro de Artes Marciales "FUTENKAN DOJO" de Morón de la Frontera, Sevilla)

"LA PRIMERA VEZ
EN MI VIDA
QUE CONTEMPLÉ
UNA ESPADA SAMURAI
ME QUEDÉ LITERALMENTE
CON LA BOCA ABIERTA"

(Nota del Autor, Morón de la Frontera, 2016)

"EL NOBLE ARTE DE LA ESPADA
ES UNA PARTE FUNDAMENTAL
EN LA EDUCACIÓN
DE TODO BUEN CABALLERO"

("Tratado de las buenas costumbres y otras artes", Toledo, 1625)

"NUNCA ES TARDE
SI LA DICHA ES BUENA"

(Viejo refrán español)

(kobur)

Juan Ant. Fdez.-Trejo
(kobur)

"Cierto es que no suele ser normal, pero... A VECES, SUCEDE.
Eso de que los sueños se hagan realidad... Amí me ha pasado pocas veces en la 
vida, pero me ha pasado.

La última vez fue en octubre del año 2015."


Desde mi más tierna infancia - y de eso hace ya sesenta años mal contados - 
me enamoré de las espadas.

Era feliz viendo aquellas viejas películas en blanco y negro sobre espadachines  
como el Zorro o los Tres Mosqueteros, y ni que decir tiene que fueron incontables las  
espadas que, con mayor o peor arte, me fabricaba con cualquier mal palo  
medianamente adecuado, ajustándole, con un clavo viejo, esparadrapo o un cordel, la  
famosa "cruceta" en la parte donde se suponía debería estar la guarnición de la  
empuñadura...

Armado de aquellas rústicas - pero respetables - "espadas toledanas", recorría  
incansable mi humilde barrio desafiando a todos los niños vecinos que se prestaran a 
tan gloriosos lances, y muchas fueron las heroicas jornadas que tuvimos la dicha de 
vivir mis pilluelos amigos y yo, copiosamente aderezadas, como es fácil adivinar, con 
todo tipo de arañazos, cardenales y desollones.





Curioso fotograma (en blanco y negro, naturalmente) de una pintoresca adaptación de la inmortal obra " Los tres mosqueteros" de Alejandro Dumas para Televisión Española, con Sancho Gracia (el conocido "Curro Jiménez") en el papel de D'Artagnan, nada menos. A mí me apasionaban aquellos relatos heroicos, no ya tanto por los argumentos, sino por las escenas de duelos a espada, evidentemente...)


El tiempo pasó, y yo me convertí en un adolescente, ya algo más adusto  
(aunque nunca demasiado, todo hay que decirlo), que abandonó aquella primera fase  
infantil de esgrima con sablecitos de madera sin lijar para dedicarse con el mismo brío 
a otros menesteres más serios, como estudiar en la Universidad o la siempre terrible  
prueba de cortejar chicas ...

Pero la afición por la espada no había desaparecido, y yo descubrí que ya no 
lo haría nunca. Debo aclarar que, en realidad, esta expresión de "afición por la espada"  
no es, en mi caso, fidedigna en absoluto. Otros chavales amigos míos habían mostrado  en alto grado la misma afición cuando eran niños, aunque luego les desapareciera por completo al hacerse mayores. Lo mío no era una mera afición, no. 
No sé cómo explicarlo, era otra cosa, algo que nunca he alcanzado a poder definir con 
total exactitud, pero que podría describirse de forma vagamente aproximada como una 
"irremediable fascinación obsesiva, sumamente recurrente y con altísimas dosis de 
adicción". Sin exagerar lo más mínimo, pueden creerme.

Con todo, me ví obligado, muy a mi pesar, a sustituir los duelos callejeros y los 
palitroques de la añorada niñez por cosas más formales, como deliciosas lecturas 
relacionadas con el universo de la espada, dibujos - en cantidades realmente masivas 
y, sobre todo, por el visionado de películas, muchas, muchas películas (naturalmente 
americanas en su gran mayoría).

Entonces empezaron a llegar a los cines españoles películas japonesas en lotes 
verdaderamente considerables. No podía dar crédito a mis ojos, y resulté más que 
vivamente impactado la primera vez que ví la figura de un guerrero samurái con su 
impresionante armadura completa (me pareció un demonio bíblico de la destrucción 
apocalíptica) y la forma tan "exótica" de combatir que practicaba, algo así como un 
cortadorde precisión geométrica ... 



(Fantasmagóricos, escalofriantes y seductores por siempre guerreros Samurái...)



Pero lo que realmente supuso una inquietante y a la vez cautivadora conmoción en mi 
joven espíritu fue contemplar la espada que usaba. Me quedé literalmente con la boca 
abierta... Era algo tan bello si cabe como mis queridas toledanas, pero resultaba tan 
diferente, tan ajeno, que tardé bastante en asimilar la impresión. Sin embargo, una 
vez recuperado del trance, las legendarias Katanas del Sol Naciente pasaron a 
engrosarya para siempre y en un puesto de claro privilegio, obvio es decirlo - la sentida 
lista de mis amores más ardientes.



(Una "Katana" o Espada tradicional de los Samurai medievales japoneses)


"Los que entiendan un poquito de cinematografía japonesa ya podrán imaginar claramente cuánto me embelesaba Kurosawa, el afamado y ya fallecido director descendiente de auténticos samuráis y apodado "Tenno" ("el emperador") en los ambientes del maravilloso mundillo del celuloide."



(Majestuosa fotografía del "emperador" del cine nipón Akira kurosawa, rodeado de su imponente "ejército personal de samuráis", en el transcurso de una rueda de prensa promocional con motivo del estreno de una de sus muchas obras maestras, en este caso "Kagemusha o la sombra de guerrero")



Mientras tanto, mi vida doméstica (tan vulgar y apasionante al mismo tiempo como la de 
cualquier otra persona normal y corriente) continuaba su marcha avasalladora : estudios, 
Oposiciones, el Ejército, novias, trabajo constante, amigos, Colegios, matrimonio, hijos, 
esperanzas marchitas, ilusiones nuevas, también ilusiones muertas, viajes, cambios de 
destino, mudanzas, divorcio, amores renacidos, segundas nupcias, más hijos, aviones, 
perros, enfermedades y hospital, satisfacciones y  decepciones, el cuerpo y la mente 
sumando cumpleaños, envejeciendo sin remedio, alegrías y penas ... 
y más alegrías, y más penas. La existencia, en una palabra, siempre tan salvaje, siempre 
tan maravillosa. Un torbellino de pequeños y grandes sucesos que ocupaban por entero mi 
tiempo en la forma más absoluta que imaginarse pueda, y que no me dejaban hueco 
alguno para dedicarme en serio a ninguna de mis muchas aficiones, entre ellas, la espada.

Verdad es, no obstante, que alguna de estas citadas aficiones encontraban cierto rayito 
fugaz de materialización, pues de una forma o de otra siempre he encontrado resquicios 
de minutos libres para dibujar, e incluso he podido presentar alguna que otra Exposición. 
También algo de deporte, como montar a caballo (otra de mis grandes devociones), 
natación, "footing" y bicicleta. Por supuesto nunca profundizando nada de ello en plan 
seriode verdad, pero algo se iba haciendo. Y cómo no, que para eso estamos en el
siglo XXI, largas y jugosas horas navegando por Internet o jugando a la "enganchante" 
Play Station.

La espada sin embargo, NUNCA.

Para mi desgracia, jamás tuve la suerte de que nada de ella (la espada) se practicara 
formalmente o existieran academias para adiestrarse en su manejo en los lugares 
donde hevivido a lo largo de todos estos años. Es verdad que la mayor parte de mi 
vida ha transcurrido en Morón, y cualquiera podría decirme: "Podrías haberte apuntado 
a clases de espada en cualquier local especializado de Sevilla capital, allí sí los hay.
" Completamente de acuerdo, pero les aseguro que no ha sido posible en mi caso 
particular, pues siempre estaba atareado más de la cuenta con demasiados asuntos  
como para andar yendo y viniendo a Sevilla en horarios impracticables, gastando un 
dinero que nunca me ha sobrado y, sobre todo, teniendo que depender tiránicamente 
de coches o autobuses, máquinas infernales a las que odio de todo corazón (dicho 
sea esto con el mayor de los respetos hacia aquellos que no opinen lo mismo).

No obstante, en Morón existían varios locales donde se impartían determinadas 
disciplinas de Artes Marciales, y, aunque ninguna de ellas versaba "específicamente" 
sobre la espada (sólo algunas pinceladas aleatorias muy secundarias como complemento 
menor en algunas modalidades tipo "Ninjutsu" o en prácticas "Bujinkan", pero que no 
satisfacían ni mínimamente unas expectativas razonables en su aprendizaje exclusivo), 
es cierto que la variedad de las mismas iba aumentando notoriamente, así que yo 
esperaba (más bien "soñaba") con impaciente fervor que en un momento dado se 
incluyera alguna de las especialidades "reinas" de la espada ("laido", "Battojutsu", 
"Kendo", "Esgrima" ...) en sus programas de enseñanza. Pero tal circunstancia no se 
producía, y el tiempo seguía pasando más rápidamente de lo que yo deseaba.



(Emblema de la organización "Bukinkan", a la que se encuentran representados entre otros Centros de Artes Marciales la Asociación Futenkan en nuestra ciudad mediante la licencia de enseñanza Shidoshi kai)



A la sazón, comencé a peinar canas y cumplí el medio siglo de vida. Seguí sumando 
años, y llegué a esa edad en la que todos te llaman "viejo". La verdad es que realmente -no nos engañemos- me hice viejo (quizá no tanto de la mente y del espíritu como del 
cuerpo, pero viejo al fin y al cabo), y, finalmente, la triste evidencia de las cosas me llevó 
a perder por completo la esperanza de aprender algún día, aunque sólo fuera un poquito, 
el manejo de la espada, mi "noble y querido arte de la espada". Bueno, otro sueño 
marchitado - me dije con pena -, qué le vamos a hacer. Lentamente, cansadamente, 
me propuse olvidarme del tema, y, finalmente, lo conseguí. Se terminaron mis días de 
soñar con ser un "aspirante a espadachín, o a samurái". Mejor así.

Hace unos años, y por razones de salud, me dieron de baja definitiva en el trabajo (soy 
maestro de escuela) y me concedieron la jubilación por anticipado ...


"...COMENZABA tristemente para mí uno de los periodos más duros de toda mi vida, pues la grave enfermedad que dio lugar a dicha jubilación laboral anticipada clavó con fuerza sus garras en mis entrañas. Se me había roto el colédoco, una de las ramas del árbol biliar, y sufrí una serie de dolorosísimos trastornos orgánicos que a punto estuvieron de llevarme a la tumba. 

A lo largo de cinco años desastrosos, entre el 2008 y el 2013, hube de someterme a ¡siete intervenciones quirúrgicas...! para combatir un persistente proceso interno de  infección generalizada que me corroía el aparato digestivo y el páncreas. Pero mi hora no había llegado, y sobreviví. Mucho fue lo que tuve que rezarle a mi Dios misericordioso...

Las operaciones se acabaron por fin, y mi maltrecho cuerpo comenzó a experimentar una leve pero esperanzadora mejoría. Vinieron días de reposo, grises, asépticos. Todo un año de convalecencia, con pocas fuerzas, pero feliz de que la pesadilla estuviera alejándose. Los fortísimos dolores iban siendo sustituidos por otros más suaves, más llevaderos. Empecé a retomar mi vida... y mis aficiones. 

Poco a poco volví a dibujar, a escribir, a hacer ejercicio...

A finales del año 2014, ya prácticamente recuperado del todo. empecé a hacer deporte nuevamente "casi en serio", aunque con todo el cuidado y la precaución del mundo. Poniendo toda la ilusión y disciplina que fui capaz, a mediados de 2015 estaba ya casi en forma. 

Y FUE JUSTO EN ESE MOMENTO, con los calores tardíos de un septiembre andaluz, cuando el olvidado -y querido- fantasma de la Espada volvió a presentarse ante mí como un arcángel celestial. 

Por supuesto, y como todo el mundo sabe, en los tiempos que corren hoy día, los ángeles se aparecen a través de INTERNET, y claro, los milagros suceden también a través de INTERNET... 

El caso es que descubrí en la red unos artículos refiriéndose a un Centro de Artes Marciales abierto en Morón y que en su programa incluía clases de "Iaido". Yo había escuchado alguna vez esa palabra japonesa y tenía una vaga idea de el "Iaido" era una antigua práctica nipona que versaba sobre el manejo del sable, pero nada más. No tenía casi ninguna otra información sobre el tema. 

Ni la necesitaba. Con saber que era algo relacionado con la Espada y su aprendiaje me bastaba y me sobraba....

Porque de pronto en mi cabeza y en mi corazón volvió a sonar con fuerza el "click" de un interruptor mágico, el interruptor que encendía nuevamente en mi espíritu el aparentemente apagado fuego abrasador de la pasión por la Espada. 






Así que, con la indescriptible ansiedad que pueden imaginarse, me puse a investigar quiénes llevaban el asunto y la forma de contactar con ellos. 

Cuando finalmente empecé a ver las imágenes y fotografías insertadas en el Blog del establecimiento en cuestión - a la sazón denominado "Futenkan Morón" "Casa del Viento Celestial", y "Dojo" es "Lugar de formación" o "Escuela de Artes Marciales") no podía dar crédito a mis ojos..."






("Futenkan Dojo" de Morón de la Frontera ha sido una de las primeras asociaciones en colaborar activamente, como Asociación Cultural, con el Grado de Asia Oriental de la Universidad de Sevilla)




(Fin del Primer Capítulo)



CONTINUARÁ ...

Juan Ant. Fdez.-Trejo
(kobur)




No hay comentarios:

Publicar un comentario